jueves, 8 de marzo de 2012

Poesías

Mientras estés viva, siéntete viva
(Madre Teresa de Calcuta)
Siempre ten presente que la piel se arruga,
el pelo se vuelve blanco,
los días se convierten en años...
Pero lo importante no cambia,
tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier teleraña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés viva, siéntete viva.
Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.
No vivas de fotos amarillas...
Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón…
¡Pero nunca te detengas!

 Para ti mujer, escribo
(Margarita Carrete de Tafur)
Escribo para ti mujer,
mujer de mil ropajes,
mujer joven o vieja
de esta dura tierra.
Escribo para ti
sin saber cómo eres,
hoy hablo para decirte
que no aceptes la suerte
¡Escúchame ahora!
Obrera de los tiempos
si hoy borras tu sonrisa
a cambio de tristeza,
no hay vida mala o buena
ni infiernos tan temidos
ni paraísos soñados,
la vida es una sola,
la vida se conjuga
de dolor y alegría,
la vida mujer hay que amasarla,
¡con nuestras propias manos!
¡Basta ya mujer!
de dolores callados,
despierta, anda y ve
que hay tiempos no sembrados
¡Basta ya mujer!
Arroja tu alma esclava
de los prejuicios vanos.
¡Mira el sol cómo brilla,
no te tapes los ojos
al resplandor del día!
Mujer del siglo XX
que luchas, trabajas y amas,
descubre y aprovecha los caminos,
recoge las mañanas,
entierra los silencios,
desátate las manos,
rompe ya esas cadenas
que la vida es empinada
y a fuerza de subirla
se hace mejor vida.
 La mujer rural
(Roger E. Vázquez Cervantes)  
Mujer de mirada triste e incansable,
que desde temprano te pones a trabajar,
empezando con los niños de la escuela,
después, a pasar a cocinar, lavar y ayudar
con la cosecha del maizal.
Tú no conoces pinturas, joyas, ni fragancias
como la gente de la ciudad;
las únicas que conoces son las del sol
en contacto con tu rostro, te adornas
y perfumas con flores que sólo contigo
dejan sentir un aroma encantador.
Tu amor hacia los semejantes es puro,
sin hipocresías, aunque te hayan tratado mal,
tu fe en Dios es mayor que el orgullo de los demás:
así encontrarás la felicidad.

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